La lata abollada
Uno de esos días en los que llegue a mi casa muriendo de hambre, como de costumbre al salir del trabajo, me dispuse a calentar mi comida mientras pensaba con que bebida podría acompañarla.
En el refrigerador había un jarrón con limonada y un paquete con 4 latas de Ginger ale, alguien había consumido dos de las 6 que suelen venir en el paquete y por lo tanto quedaban 4 latas, 3 en perfecto estado y 1 sumamente abollada
Para ser una lata su estado se veía bastante lamentable
La parte de la ficha tenía una bola que sobresalía y por los lados de la lata había un montón de golpecitos que hacían que se viera poco agraciada, pero sin pensarlo dos veces tomé la lata y abrí la ficha, el sonido que produjo el gas al abrirla fue señal suficiente de que por dentro el líquido estaba bien.
Podría sonar exagerado, pero esa lata abollada de Ginger Ale tenía un sabor delicioso, no le hacía falta gas y la abolladura no hizo difícil el poder abrir la rosca. Era una lata abollada en perfecto estado.
Al terminar de beberla pensé ¿cuántas veces no le sacarían la vuelta al ver la abolladura?, de seguro creyeron que el líquido había quedado sin gas o que al abrirla explotaría. Quizás su simple aspecto hacía que todos al abrir el refrigerador le sacaran la vuelta y escogieran una de las otras latas más estéticamente bonitas.
Y ahí quedaba la lata abollada, hecha a un lado por no tener un exterior más apropiado pues quien abriera el refrigerador ignoraba por completo que por dentro tenía mucho que ofrecer con un líquido refrescante.
Estaba fea y por eso la hacían a un lado.
Y eso suele pasar con las personas, hemos escuchado una y otra vez que la verdadera belleza se encuentra en el INTERIOR.
Películas, libros, series, canciones, mamá y papá, no enseñan que, si eres feo en tu apariencia, no importa, de seguro tienes buen corazón y un gran sentido del humor, pero, por otro lado, están aquellos que al mirarte feo o abollado te menosprecian, te dan miradas de rechazo y no les pasa por la cabeza la gran persona que eres en realidad. En tu interior.
Yo también me he sentido como una lata abollada.
Y ¿sabes?, no solo me refiero a la apariencia física, a veces puedes ser bonito en tu exterior, pero serio, de pocas palabras, introvertido y poco capaz de relacionarte con otros y por eso, a veces, también llegas a ser rechazado por los demás. Por tener un poco de timidez.
Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla. Kung FuTse, Confucio
A pesar de haber sido una lata abollada en una que otra ocasión, estoy segura de que siempre tendremos a personas capaces de ver más allá de lo que nuestro exterior arroja, personas dispuestas a conocernos a profundidad, a amar cada parte de nuestro ser, cada lunar, cada cicatriz, ese mal genio que nos cargamos, historia, pensamientos, sueños, pasado, opiniones, risas, cada abolladura.
Lo de afuera es poco, comparado con todo lo que hay dentro de cada uno.
Estás bien, estoy bien.